El proyecto surge de la necesidad de crear una zona cubierta para los más pequeños, capaz de acoger actividad los 365 días del año con independencia de las condiciones meteorológicas. La nueva cubierta supone la adicción de un elemento en un parque infantil ya existente, pasando a complementar así el resto de zonas de recreo que componen este espacio urbano.

Las nuevas piezas tratan de dar una respuesta armónica, no invasiva y comedida dentro del entorno en que se enclavan. Para ello se trabajan aspectos como la transparencia, la ligereza o la escala. En este sentido, se busca huir de la idea del pabellón adoptando una imagen más acorde al uso lúdico al que va asociado.

El proyecto se compone de dos piezas ligeras en respuesta a las áreas a cubrir – dos zonas de juego separadas y de distinto tamaño, creando volúmenes separados que siguen la misma linea estética y sistema constructivo.